Performances, nuevas prácticas culturales

Concepto

En sentido estricto, performance es un anglicismo, tomado a su vez de un étimo latino (el mismo de performativo), que se usa con el significado de muestra escénica, improvisación, actuación o arte en vivo.

Performance se relaciona habitualmente con la expresión artística y se suele traducir por «acción artística»; sin embargo, su halo semántico es mucho mayor, performance es el equivalente de actuación, no solo en el campo de la ficción o de las artes, sino también en el propio campo de la acción social, pues esta se halla llena de actos sociales, de ejecuciones, de prácticas. Un ejemplo claro de todo ello sería el conjunto de actuaciones que se ha popularizado en diversas ciudades europeas bajo el nombre de «La noche en blanco», con intervenciones destacadas que afectan a temas de poesía, relato, teatralizaciones, espectáculos basados en la palabra, debates, etc.

 

 

Así pues, lo que se conoce como performance abarca un amplio abanico de prácticas individuales y colectivas que tienen como denominador común la puesta en acción, la participación e interacción con la audiencia, la valorización de nuevos escenarios, de objetos, del cuerpo, etc. Este es el denominador común de formas muy dispersas, ligadas a las artes visuales y a las artes en general, tales como action art, escultura, poesía visual, arte en vivo, instalaciones, fluxus, happening...

 

Análisis

Lo que diferencia esta actividad de un libro o de un acto individual de lectura poética es que las personas que la efectúan están ante un auditorio, en un escenario y en un momento dado, pensados en este caso no para presentar un producto, firmar un libro u otro fin comercial, sino para facilitar la interacción.

En un plano teórico, ya han establecido esta característica de la performance Austin con su teoría de la «performatividad» y Castoriadis con la diferencia entre legein y teukein: hablar es a veces también hacer algo, actuar, igual que lo es escribir e incluso leer. Como ya decía la retórica clásica, no solo hace falta «editar» el mensaje, en las formas de expositio, elocutio, dispositio o memoria del mismo, hay que poner el discurso en situación, es decir, la actio.

Las llamadas «artes performativas» son muy variadas, y aunque tienden a una concepción de arte total, de convergencia de lenguajes (Jenkins), nosotros vamos a estudiar de forma especial aquellas manifestaciones que más integran las habilidades verbales; por ejemplo, los recitales (poetry), los cuentacuentos, las artes comediográficas, incluidas las formas parateatrales y la improvisación, es decir, todas aquellas formas que, salvo el mimo, la música, la danza u otras, se sirven de la palabra como argamasa o al menos como hilo conductor.

En el fondo de todas estas propuestas, hay también una revisión del papel tradicional del arte, de los cánones clásicos, de la comunicación tradicional (por ejemplo, su fosilización en los museos), para reivindicar un arte ligado a la experiencia compartida con el público, al proceso más que al producto, a la revitalización del sentido lúdico o heurístico de las propuestas estéticas. Es un impulso de crítica o deconstrucción que se exterioriza de varias formas: cambiar la propia idea de museo introduciendo «objetos chocantes» (arte encontrado), o recuperar terrenos insólitos para la praxis artística, la calle, el cuerpo humano, lo efímero...

Todo ello se vincula con las concepciones de la lectura de los «Nuevos estudios de literacidad», que ponen el énfasis en la lectura como praxis social, como conjunto de actuaciones que, igual que cualquier otra de las performances, se presentan como lectura y escritura en acción. Por ello mismo, involucran un espacio, que ya no es un simple decorado de fondo, unos objetos (que describiremos como artefactos de lectura y escritura), unos participantes y una serie de scripts, rutinas (o antirrutinas) o actividades secuenciadas. En un mundo contextualizado, los eventos de lectura siempre tienen una dimensión ostensiva (actuación) y siempre implican una dimensión comunicativa global, donde intervienen a la par la comunicación verbal y la no verbal. Lo cual supone no seguir privilegiando la lectura individual o silenciosa como paradigma de lectura y fomentar la lectura socializada y la cultura participativa (Jenkins).

Los eventos letrados aparecen así como performances específicas, es decir, como hablar en acción, leer en acción o escribir en acción, en un marco más o menos ritualizado. Estas formas ostensivas de la palabra, que se relacionan con la performance contemporánea, pero también con el juego ancestral, se explican muy claramente por la dicotomía que Castoriadis analiza en el lenguaje como referir y el lenguaje como actuar (legein y teukein), y que, de forma castiza, el refranero también recoge: «una cosa es predicar y otra dar trigo».

Se trata, pues, de reconocer las manifestaciones alternativas que construyen espacios nuevos (como los espacios de creación joven) y que son ámbitos de experimentación e interacción. La nueva sociedad, más intercultural e inclusiva, obliga a este reposicionamiento de las artes: no es que las relaciones, por ejemplo, entre literatura, música, cine o pintura se hagan ahora más evidentes, es que el nuevo modo de percepción (sensorium) ha cambiado, y el entorno digital y todas las nuevas prácticas están generando un nuevo tipo de ciudadano y unas nuevas maneras de procesar y trabajar la información.

 

Implicaciones

Los eventos letrados convencionales solían inspirarse en formas más tradicionales de la cultura clásica, formas asimétricas, cuyos participantes desempeñaban roles rígidos, como ocurre en la conferencia magistral: uno ostenta el conocimiento, los otros escuchan o leen. En cambio, en la Red lo que se potencia es la participación, la horizontalidad de la comunicación, la movilidad de roles. Las nuevas formas se ramifican: narrativa hipertextual, poesía cinética, ficción interactiva, historias generadas por programas informáticos, performances literarias, escritura colaborativa, novelas en forma de mensajes de correo electrónico o SMS, blogs, etc., son ejemplos de prácticas emergentes de lectura y de escritura, muchas de ellas al amparo del mundo digital.

Es cierto que el logocentrismo y el textocentrismo han influido en el mundo de la cultura y de la educación, privilegiando una primacía de la palabra especulativa, del referir, y valorando menos la producción, la improvisación o la creatividad. Cuando se ha incidido en el cultivo de técnicas de expresión, siempre ha sido en referencia a modelos canónicos, llámense la retórica, los clásicos, los autores o los textos consagrados, como ha sido evidente en la cultura educativa de las últimas décadas. Pero he aquí que la cultura de los últimos años ha ahondado en la fractura entre estas prácticas y lo que realmente los ciudadanos, por ejemplo, los jóvenes, prefieren. De este modo, el divorcio entre la llamada high culture y la low culture se ha puesto en cuestión, y ahora ya casi nadie cuestiona que el cómic u otras manifestaciones estéticas contemporáneas sean también arte.

El ámbito limitado de la lectura silenciosa, individual y aislada, es distinto a un evento de lectura donde se producen la interacción y la socialización, claves del aprendizaje y la innovación, como han puesto de relieve las neurociencias. Incluso importantes tendencias de estudios de los textos (pragmática textual, teoría de la recepción) han subrayado el papel activo del lector, además no visto de forma aislada, sino actuando en segmentos sociales (concepto de comunidad interpretativa en la estética de la recepción). En coherencia, lo que nos interesará indagar es no solo el desempeño o performance individual (el lector competente), sino la manifestación de estas prácticas en comunidades locales (corografías, entornos de proximidad, prácticas situadas). Las neurociencias aseveran que el aprendizaje y el avance de conocimientos solo se producen en contextos de interacción; los cerebros aislados, por brillantes que sean, no progresan.

Hay que poner en valor estas nuevas prácticas, porque lo cierto es que las performances callejeras, el rol en vivo y otras muchas expresiones semejantes son todavía, siguiendo la expresión de los Nuevos estudios de literacidad, «prácticas marginales, vernáculas o invisibles».

 

Referencias

Carlson, M. (1996), Performance: A Critical
Introduction, London y New York: Routledge.

Fischer-Lichte, E. (2004), Ästhetik des Performativen,
Frankfurt: Suhrkamp.

Goldberg, R. (2001), Performance Art: From
Futurism to the Present (World of Art),
London: Thames & Hudson.

Gómez-Peña, G. (2005), Etno-techno: Escritos
sobre el rendimiento, el activismo y la
pedagogía, London: Routledge.

Jones, A. y Heathfield, A. (eds.) (2012), Perform,
Repeat, Record. Live art in history,
Bristol: Intelect.

Fecha de ultima modificación: 2014-02-11